Amor incondicional

Por Néstor Romero
 
Entre los artículos que forman parte de la declaración universal de derechos humanos, no se ve alguno que exprese la necesidad fundamental del ser humano de sentirse amado incondicionalmente. Increíblemente, ni siquiera hay alguno que se refiera explícitamente al amor en alguna manera. Sin embargo, aquí se está hablando no sólo de la necesidad de sentirse amado con amor incondicional, que es el amor legítimo, sino de aprender a amar a otra persona de esta manera, puesto que no se debe entender este tipo de amor como un amor ficticio o ideal, como el descrito por los poetas románticos, sino como un amor que se puede brindar de manera práctica por el beneficio del ser amado. Quizá lo más cercano a este tipo de amor que se haya experimentado, sea el amor maternal.

Tuve la oportunidad de escuchar el testimonio de Rafael, un hombre de negocios cuya esposa Rubiela, padecía de una demencia progresiva que terminó por aislarla completamente de cualquier realidad que la circundara. No había manera de que ella pudiera valerse por sí misma, incluso en aquellas actividades propias de su aseo personal, que naturalmente cualquier ser humano debe cuidar. Sin embargo, Rafael se había propuesto encargarse personalmente de cualquier necesidad que su esposa tuviera. Al ser interpelado sobre el por qué él, un hombre tan ocupado, no contrataba a alguna enfermera que se encargara de este menester, enfáticamente respondió: “Ustedes mismos nos enseñaron sobre el alcance del pacto que yo había hecho con Rubiela al casarme. Entendí que yo me había comprometido ante Dios y ante ella, de amarla incondicionalmente, de conocer sus necesidades y de cuidarlas, independientemente de la situación en la que ella estuviera. Aprendí a amarla de esta manera, sin esperar que ella siquiera me agradeciera, o tuviera cualquier muestra de afecto hacia mí, como retribución. Y lo mejor es que aprendí a disfrutarlo. Este es mi compromiso y mi responsabilidad que no puedo ni quiero delegar”.
 
Nota: Es importante aclarar que contratar a una enfermera para cuidar a un ser querido, no significa que no se le ame incondicionalmente.
 
¿Somos conscientes de que nuestro cónyuge necesita ser amado con amor incondicional?

¿Alguien nos enseñó que cuando nos casamos, pactamos amar incondicionalmente a nuestro cónyuge?

Se intenta en este escrito dejar claro que todo ser humano necesita sentirse amado incondicionalmente, que nosotros nos comprometimos al casarnos, a ser la principal fuente de este tipo de amor hacia nuestros cónyuges, y esclarecer a qué se refiere el amar de esta manera.

Quien ama incondicionalmente, entrega voluntariamente y está dispuesto a entregarse, sin esperar ninguna recompensa en contraprestación. Es una entrega que parte de una decisión propia. El esperar alguna retribución, sería una condición para entregar el amor, perdiendo su carácter de incondicional.

Quien ama incondicionalmente, se entrega por el beneficio del otro. El buscar el beneficio propio sería poner una condición para entregar el amor, pero el amor incondicional no es egoísta.

Quien ama incondicionalmente, no toma en cuenta el mal recibido, sino que frecuentemente deja pasar la ofensa y perdona. De otra manera, estaría condicionado a que la otra persona no lo lastime; pero quien ama incondicionalmente reconoce las limitaciones propias y ajenas. Quien ama incondicionalmente tampoco guarda un registro histórico del mal recibido.

Quien ama incondicionalmente, no se irrita, no pierde el control personal frente a la ofensa del amado.

Quien ama incondicionalmente, no hace nada en contra de la persona que ama. Quien ama incondicionalmente, no vulnerará la seguridad y la confianza que se tiene en él/ella.
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Queda solo un detalle importante: Nadie puede dar de lo que no tiene. Nadie puede amar incondicionalmente, si no ha sentido sobre sí este tipo de amor.