Transformados por el Pacto
  • Inicio
  • Recursos
  • Blog
  • Preguntas y respuestas
  • Testimonios
  • Inicio
  • Recursos
  • Blog
  • Preguntas y respuestas
  • Testimonios

El efecto del Pacto divino en nosotros

7/2/2023

 
Foto
Por José L. González 

Como Dios es Trino, un solo Dios en Tres Personas, su Pacto nos imparte la gracia distintiva de cada una.  Al iniciar su relación con nosotros, el Padre envía a su Hijo para redimirnos de la muerte eterna.  
 
  • La SALVACIÓN por la fe en la obra redentora de Jesucristo nos concede un nuevo nacimiento a la vida eterna, como nuevas criaturas, creadas en Cristo Jesús para su gloria. 

  • El Espíritu Santo nos imparte el espíritu de ADOPCIÓN como hijos suyos, el que responde al amor de Dios clamando “Abba, Padre” y es heredero con Cristo de los méritos suyos y del Reino. ​

  • Emmanuel, Dios con nosotros, nos permite ser TRANSFORMADOS por medio de la renovación de nuestro entendimiento, comprobando “la buena, agradable y perfecta” voluntad de Dios. 
El Pacto de Dios con nosotros nos garantiza la plenitud del amor de Dios y nos permite gozar de esa triple acción de la gracia divina: la salvación, la adopción y la transformación.  Ese obrar de Dios es distintivo pero concurrente (simultáneo), progresivo, pero no forzoso (ya que cada paso invita nuestro consentimiento).  También parecería ser secuencial: no podríamos experimentar la adopción sin primero haber recibido la salvación y el nuevo nacimiento; no podríamos colaborar en nuestra adopción sin haber nacido de nuevo ni podríamos emprender la renovación de nuestro entendimiento para la transformación, sin haber recibido los dones previos. 

Se podría tal vez interpretar esto, como lo que ilustra Jesús en la parábola del sembrador (Mateo 13:23).  La buena semilla, que cayó en buena tierra, produce, en algunos al 30 por uno equivalente a la salvación, la obra inicial de Dios.  En otros produce al sesenta por uno, lo que habiendo comenzado con la salvación nos conduce a conocer la adopción, que sana nuestra alma. Por fin en otros la buena semilla produce al ciento por uno, lo cual nos da una buena imagen de la “transformación” continua, semejándonos progresivamente a la imagen de Cristo.   

Jesus también describe: "Jesús dijo también: «El reino de Dios es como cuando un hombre arroja semilla sobre la tierra: ya sea que él duerma o esté despierto, de día y de noche la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. Y es que la tierra da fruto por sí misma: primero sale una hierba, luego la espiga, y después el grano se llena en la espiga; y cuando el grano madura, enseguida se mete la hoz, porque ya es tiempo de cosechar." (Marcos 4:26-29 RVC) 

El Pacto de Dios con nosotros nos imparte algo de Él  
El Pacto de Dios con nosotros nos imparte algo de su propia naturaleza.  Esta es, según el Gran Mandamiento:  

  • La capacidad de ser “uno” con otros por amor.  Él es un sólo Dios en Tres Personas y nos llama a “ser uno, como Él es uno” amándonos los unos a los otros “como Él nos ha amado.”  
    
  • Ese amor sobrenatural de Dios (ágape) se entrega para el bien del otro.  Nuestra entrega total a Dios nos despoja de nuestro egoísmo, permitiéndonos amar a nuestro prójimo -hasta nuestros enemigos-  y también amarnos a nosotros mismos como Él nos ama, (solemos ser nuestros peores “enemigos”.) 

El Pacto de Amor nos permite a todos los cristianos vivir una comunión (una común unión) de amor con Dios, con nuestro prójimo y con nosotros mismos.   Esa unión mística es un anticipo temporal del matrimonio eterno del que seremos parte: Cristo, uno con su iglesia, de la cual somos parte.  Somos como una célula viva de su cuerpo visible, sus ojos, manos, pies y lengua, todo lo que Él necesita ahora para completar su obra en este mundo.    

Sin embargo, es necesario reconocer que no todos los cristianos alcanzamos a vivir tan intensamente nuestra relación con Dios, ni tampoco los que lo hacemos, logramos mantenernos siempre a ese nivel.  He aquí la oportunidad (y el peligro) que representa el matrimonio de dos cristianos: se pueden ayudar mutuamente a intensificar su relación con Dios, haciendo de su matrimonio una herramienta de discipulado. Esto multiplica el poder de nuestro pacto con Dios exponencialmente (uno contra diez, dos contra diez mil).  Pero, también los cónyuges cristianos carnales, pueden conformarse con vivir una vida bastante mundana sin mayor conflicto de conciencia.     

Es por eso que el Señor se complace en ayudarnos en nuestras flaquezas, porque sabe que somos solo un vapor, que está aquí hoy, y mañana se esfuma.  Todo el poder de Su Pacto glorioso es suyo, de su parte; de la nuestra, escaso servicio y fidelidad.  Sin embargo, Jesús intercede constantemente por nosotros (Hebreos 7:27) y el Espíritu Santo intercede con gemidos ininteligibles, (Romanos 8:26 y 27) que sólo el Señor sabe lo que quieren decir.  Así es de grande la medida de la gracia: suple todo lo que nos falta, e incluso, cuando nuestro pecado abunda, sobreabunda su amor en gracia hacia nosotros. ​

El efecto del Pacto en un “matrimonio de pacto” 
Si la presencia de Dios hace tan gran diferencia en la vida de un individuo ¿qué efecto tiene el que dos personas con las que Él ha hecho Pacto cierren un pacto matrimonial entre ellos? ¿Cuál es la diferencia entre un matrimonio de Pacto y los demás matrimonios?  Ciertamente debiera haberla, y esta es una pregunta que las parejas cristianas deben preguntarse con frecuencia, porque les puede estimular a buscar más de Dios, juntos y por separado. 

Los comentarios están cerrados.
Imagen
Transformados por el Pacto
​
es un ministerio de:
Semilla, Inc.
325 Madison Ave
Cape Charles, VA 23310​

Copyright ©2023 Semilla, Inc.
​
 Powerded by
Social Media MAX