Transformados por el Pacto
  • Inicio
  • Recursos
  • Blog
  • Preguntas y respuestas
  • Testimonios
  • Inscripción
  • Contáctanos
  • Inicio
  • Recursos
  • Blog
  • Preguntas y respuestas
  • Testimonios
  • Inscripción
  • Contáctanos

Matrimonio, ¿contrato o pacto?

1/8/2022

 
Picture
Por José L. González
​
​
El matrimonio, la unión exclusiva y vitalicia entre un hombre y una mujer, puede ser considerado desde varias perspectivas: la legal, la moral o la espiritual.  Cada una de ellas enriquece el sentido de lo que es un matrimonio desde un ángulo diferente.
​
  • Legalmente, el matrimonio es un contrato que obliga ante la ley.
  • Moralmente, el matrimonio es una promesa solemne que compromete la integridad de los cónyuges.
  • Espiritualmente, es un pacto sagrado en que se invoca a Dios como testigo y garante.​
​Contrato, promesa y pacto son conceptos relacionados entre sí: cada uno encierra un grado progresivamente mayor de compromiso y, el romper esos compromisos, acarrea consecuencias progresivamente más graves.

Hay varios otros conceptos relacionados, que lamentablemente muchas veces usamos sin precisión.  Me refiero a conceptos como votos, juramentos, compromisos, acuerdos o pactos.  De hecho, en nuestra lengua rara vez usamos la palabra “pacto.”  La Biblia católica, por ejemplo, la traduce como “Alianza.” Y lamentablemente, la Biblia en sí tradujo la palabra berit, que significa “pacto”, como “testamento”.  Esto hace que, hasta el día de hoy, hablemos del Antiguo y del Nuevo “Testamento”, cuando en realidad se trata del Antiguo y Nuevo Pacto.
​

Como nuestra cultura es de arraigo cristiano, el concepto de pacto entre nosotros es un eco del Pacto que hace Dios con sus criaturas.  Dios gobierna Su creación bajo pactos.  El Pacto es un acuerdo solemne, irrevocable, incondicional y eterno.  Por ejemplo, cuando Dios prometió a Noé que nunca más destruiría la tierra con un diluvio, confirmó su Pacto con el arco iris.  Y a su pueblo, Dios le ha dicho: “Te he amado con un amor infinito.”  (Jeremías 31:3)

Por tanto, cuando decimos que el matrimonio es un pacto, afirmamos que tiene un parecido con los Pactos divinos: el Pacto que Dios hizo con la humanidad, el que hace con cada uno de sus hijos y el matrimonio, que constituirá el desenlace de la historia. 

Dios está envuelto en nuestro pacto matrimonial como testigo, como garante e incluso como participante.
​  
  • Como testigo, porque los cónyuges contraemos matrimonio delante de Dios.  Aún los no creyentes consideran el matrimonio como una promesa solemne y trascendente.
  • Como garante, porque necesitamos el poder de Dios para sobreponernos a nuestra naturaleza pecaminosa y cumplir la promesa de amarnos exclusivamente y de por vida.
  • Y como participante, porque Dios mismo se hace parte del matrimonio entre dos cristianos.  En efecto, no podrían ser cristianos sin haber hecho, cada uno, un Pacto con Dios.  Al unirse, su unión incluye a Cristo, que está en cada uno de ellos.  El pacto matrimonial cristiano es, por tanto, un pacto tripartito entre el esposo, su esposa y Cristo.   

Si bien el matrimonio incluye las características de un contrato, pacto y contrato, no son equivalentes: un pacto incluye otras obligaciones que van mucho más allá de un contrato, y las consecuencias de violarlo pesan también mucho más.  Es que el pacto altera la identidad de los pactantes, al iniciar una relación que los transforma, de tal manera que ya no serán como lo eran antes de entrar en pacto.

Dios instituyó el matrimonio como un pacto, no sólo como un contrato. 

El matrimonio cristiano es en realidad un anticipo, una sombra, del matrimonio místico que Jesús entablará con Su Cuerpo, la Iglesia, cuando ésta se convertirá en la Esposa del Cordero, al fin de los tiempos.  Eso explica por qué Dios “aborrece el divorcio”, según la Biblia.  Es que el divorcio desdibuja la imagen de matrimonio que fue diseñado para representar ante los hombres.

Todo pacto asume a los pactantes, implícita o explícitamente, la existencia de un Ser Superior, responsabilizándolos (y en nuestro caso como cristianos, empoderándonos) para su cumplimiento. Un pacto es un acto solemne (voto, juramento) que establece una nueva relación entre los pactantes y especifica una nueva regla que obliga a las partes.

Los pactos bíblicos, por tratarse de un Pactante Divino, cuya esencia es el amor, son pactos hechos por el bien de la otra persona, no para el propio.  Son, como el Pacto de salvación, irreversibles, incondicionales y permanentes. Esas características se encarnan, idealmente, en los matrimonios de Pacto.
​
Otro tanto ocurre con la justicia y el amor, las características más salientes de Dios.  La justicia requiere confrontación ante algo que desmerece la promesa del pacto.  Dejar que nuestro cónyuge falle no es un acto de amor.  Pero también, el amor requiere perdón ante las fallas inevitables de un cónyuge que es un pecador redimido.

Comments are closed.
Imagen
Transformados por el Pacto
​
es un ministerio de:
Semilla, Inc.
325 Madison Ave
Cape Charles, VA 23310​

Copyright ©2022 Semilla, Inc.
​
 Powerded by
Social Media MAX